“Consideremos ahora la Vía Láctea. Aquí también encontraremos una cantidad de polvo imponderable; solo que los granos de este polvo ya no son átomos sino estrellas […] En otras palabras, a los ojos de un gigante, para quien nuestras estrellas no serían más que lo que los átomos son para nosotros, la Vía Láctea solo se vería como una pequeña burbuja de gas”.